jueves, 29 de noviembre de 2012

Las fauces del lector voraz


En una larga noche de otoño, Chumina, la gata de Lucía Miranda, lee a Ginzburg, "El Queso y los Gusanos". 
Entre aburrida y hambrienta, Chumina no para de preguntarse cuándo llega la parte de los ratones. En cualquier caso, como buena lectora voraz, ella está preparada!

lunes, 26 de noviembre de 2012

Gato asoma -Jiji

Jiji, estuvo de paso en casa de Mercedes Negro. La rescataron de la calle y la educaron para que fuera una gata buena, y por supuesto, una gata lectora. Ahora tiene un nuevo hogar!

lunes, 1 de octubre de 2012

Lector K

Renata se posa sobre la lectura de Marcelo, relojea al lector electrónico (Kindle) y al lector humano con un interés fulminante.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Punk-rocker reader



Hay nueva gatita en casa de Susana Salguero: se llama Curni Lov y es muy punkrocker.
Acá está disfrutando de este sábado a pleno: leyendo el libro de poesía de Patti Smith.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Lector bilingüe

Este hermoso gato alemán lee en inglés.
La foto es gentileza de Lucy Diver, quien trabaja en la Feria de Frankfurt.

lunes, 30 de julio de 2012

Lectura en los confines

Así estaba Diego Rojas, en la cama releyendo "Los días del venado".
 Suertudo se sumó a la lectura, quizás invocado por Kupuka.

sábado, 28 de julio de 2012

El desafío lector

Cornelio sabe que puede romper casi todo en casa de Catalina, exceptuando los libros y los cables de la computadora. Siempre lo hace a lo lejos, pero finalmente no soportó que el Diario de Golondrina tuviera a su dueña absorta y se acercó a comerse el objeto de su afecto, justo en su cara y en su presencia...

lunes, 2 de julio de 2012

Gata librera





María Fernada Heredia nos cuenta de este maravilloso personaje:
"No sé cómo se llama pero es una gata muy famosa en Lima.
La vi por primera vez hace 4 años, cuando pasé por Librería El Virrey que, con distancia, es la más bella de esta ciudad.
En esa ocasión le tomé unas fotos que te las incluyo ahora. En esa oportunidad yo llevaba unos manuscritos para revisarlos, porque tenía toda la mañana libre, y se quedó dormida sobre mis folios sin ningún pudor".
Para el que pase por Lima, no dejen de visitar a esta increíble gata librera...

jueves, 28 de junio de 2012

Turismo felino

 Jano y Katiuska están impacientes por dar la vuelta al mundo. Por eso
no dudan en tener siempre cerca libros de fotos de gatos en las Islas
Mediterráneas; no en vano son los gatos residentes de www.madridfree.com

viernes, 22 de junio de 2012

Simone y Sarmiento

Simone la gata de Mercedes (cuando era pequeñita aún) custodiando su lectura de esa noche (o sus miedos).


Simone (negra) y Sarmiento (gris) en la biblioteca de Mercedes, eligiendo lecturas para su dueña.



viernes, 11 de mayo de 2012

Bebeteca felina

Louis es el menor en la casa de Carola, que esta llena de gatos(y)lectores. Aprende a caminar, aprende a comer, aprende a jugar y, por supuesto... ¡aprende a leer!

jueves, 3 de mayo de 2012

I. Gómez, la llegada


Un buen día, Gato (ya famoso en el blog) partió de la casa  de Julieta, junto con su hijo, el verdadero dueño.
En meses de ausencia gatuna, Julieta comenzó a poblar el vacío por medio de palabras: creó un personaje, el gato Gómez, guía y vigía del joven protagonista de su historia.
Inspirada en un tango que cantaban en su infancia, surgió el nombre:

Viejo Gómez, vos que estás
de manguero doctorao
y que un mango descubrís
aunque lo hayan enterrao,
definime, si podés,
esta contra que se ha dao,
que por más que me arremango
no descubro un mango
ni por equivocación;
que por más que la pateo
un peso no veo
en circulación.
Dónde hay un mango,
viejo Gómez?
Los han limpiao
con piedra pómez.
Dónde hay un mango
que yo lo he buscado
con lupa y linterna
y estoy afiebrado?


De modo que cuando decidió tener un gato, tenía que llamarse Gómez, obviamente, por eso de que la vida debe imitar a la literatura.
Así que Gómez, que comenzó siendo de palabras, por arte de magia (así de poderosos somos los lectores) ha cobrado vida.
¡Les presentamos a Gómez y prometemos más aventuras!

miércoles, 25 de abril de 2012

Pekas y Pinocchio



Pekitas Peki Peks es una gata muy inquieta.  Le encanta estar en el medio de toda actividad humana.  Lee a Colodi y se entusiasma con las aventuras del entrañable mentiroso de madera...

miércoles, 11 de abril de 2012

Simon says...

Simón Bolívar es el General que dice qué se lee y qué no en la casa de Patricia:
Popper; sus conjeturas y refutaciones...

Poesía griega moderna de Horacio Castillo...

y la comparación de las distintas versiones de la biblia...

miércoles, 4 de abril de 2012

Fetiches felinos



El amor de Oliver por los libros es tan poderoso como su fetiche con el cuero. Y es un gran promotor de la Literatura. Gracias a él Pilar, su dueña, se aficionó a la lectura sobre y para gatos. ¡He aquí la prueba!

jueves, 22 de marzo de 2012

Gato Lectósofo

Justina intenta educar a Cholito en los áridos temas de la filosofía. Pero él prefiere jugar con cualquier otra cosa.

miércoles, 14 de marzo de 2012

El idioma de los gatos lectores

El hermano del ya conocido Amtommio, "gato Sr.Oli" también es fan de la lectura, pero Susana Salguero no lo sabía hasta hoy: lo agarró, ni más ni menos que ¡con el maravilloso libro de Spencer Holst!

martes, 6 de marzo de 2012

Vecina, tendrá una porción de... ¡libros!

Analía Flores nos presenta a su vecina July, que suele venir a pedirle algo para leer. A veces está apuradísima, devuelve el libro y pone patas en polvorosa.
Otras puede tomarse un descanso en su agitada agenda y se sientan a compartir impresiones.


Pero siempre de la puerta para afuera, porque Stuart no la deja pasar y en casa de Analía se hace lo que él manda.

viernes, 2 de marzo de 2012

Paso por la lectura

Manch, la gata de Martín Blasco, está dando sus primeros pasos en la lectura. Por ahora son eso, pasos: le gusta caminar por la biblioteca y si es posible tirar los libros.

miércoles, 22 de febrero de 2012

El rey de la Biblioteca


Este es Micifù, el gato de Gema, jefa del Museo de la Biblioteca Nacional de España.
Muy orgulloso de la tradición y la historia, custodia los libros. Muy consciente del futuro, también vela por los contenidos online de este maravilloso museo.

domingo, 19 de febrero de 2012

Delicias de la lectura

Maya, la gata de Vale y Fede, considera que los libros son un manjar como pocos. Y como buena gata(y)lectora, se relame después de leer.

miércoles, 15 de febrero de 2012

La biblioteca de Alejandra

Tusitala vive, como buena gata lectora, en un hogar lleno de libros (de Alejandra). Ella, como los libros, tiene muchos colores y encuentra en sus estantes el mejor camuflaje!

lunes, 6 de febrero de 2012

Eugenio y la psicología





Eugenio llegó un día, como si fuera habitue del kiosco "Porca Miseria" y adoptó a sus dueños... Tiene un caracter muy "especial"... va y viene a su antojo... te saluda dando cabezazos en la barbilla cuando se sube a la falda, y se cree dueño de las cosas... Además tiene un iman por los libros y apuntes... basta con que dejes alguno apoyado para que él se recueste encima... y te mire feo si querés sacarlos... no sé... parece que la literatura le da sueño...

En epocas de examen es realmente odiado... verlo dormir tan placidamente sobre los contenidos es cruel!

jueves, 26 de enero de 2012

El autor favorito de los gatos lectores

Odi custodia el volumen de El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas.



Arki y Maiti agotados después de horas y horas de discusiones filosóficas acerca de la homofonía de la letra Q, el sonido kyu y el mantra esencial que creó el mundo gatuno.


Aryel es un gran promotor de la lectura murakamiana. Se sienta al lado de los libros (1Q84 y el famoso Tokio Blues) y te mira con esos grandes ojos gatunos para que los abras y le leas un pasaje.


Fragmento de 1Q84, de Haruki Murakami:


El joven viajaba solo, a su gusto, con una única maleta como equipaje. No tenía un destino. Se subía al tren, viajaba y, cuando encontraba un lugar que le atraía, se apeaba.Buscaba alojamiento, visitaba el pueblo y permanecía allí cuanto quería. Si se hartaba, volvía a subirse al tren. Así era como pasaba siempre sus vacaciones. Desde la ventana del tren se veía un hermoso río serpenteante, a lo largo del cual se extendían elegantes colinas verdes. En la falda de aquellas colinas había un pueblecilloen el que se respiraba un ambiente de calma. Tenía un viejo puente de piedra. Aquel paisaje lo cautivó. Allí quizá podría probar deliciosos platos de trucha de arroyo.Cuando el tren sedetuvo en la estación, el joven se apeó con su maleta. Ningún otropasajero se bajó allí. El tren partió inmediatamente después de que se hubiera bajado.En la estación no había empelados. Debía ser una estación poco transitada. El jovenatravesó el puente de piedra y caminó hasta el pueblo. Estaba completamente ensilencio. No se veía a nadie. Todos los comercios tenían las persianas bajadas y en el ayuntamiento no había ni un alma. En la recepción del único hotel del pueblo tampoco había nadie. Llamó al timbre, pero nadie acudió. Parecía un pueblo deshabitado. A lomejor todos estaban echando la siesta. Pero todavía eran las diez y media de la mañana. Demasiado temprano para echar una siesta. O quizá, por algún motivo, la gente había abandonado el pueblo y se había marchado. En cualquier caso, hasta la mañana siguiente no llegaría el próximo tren, así que no le quedaba más remedio que pasar allí la noche. Para matar el tiempo, se paseó por el pueblo sin rumbo fijo. Pero en realidad aquél era el pueblo de los gatos. Cuando el sol se ponía, numerosos gatos atravesaban el puente de piedra y acudían a la ciudad. Gatos de diferentes tamaños y diferentes especies. Aunque más grandes que un gato normal, seguían siendo gatos. Sorprendido al ver aquello, el joven subió deprisa al campanario que había en medio del pueblo y se escondió. Como si fuera algo rutinario, los gatos abrieron las persianas delas tiendas, o se sentaron delante de los escritorios del ayuntamiento, y cada unoempezó su trabajo. Al cabo de un rato, un grupo aún más numeroso de gatos atravesó el puente y fue a la ciudad. Unos entraban en los comercios y hacían la compra, iban al ayuntamiento y despachaban papeleo burocrático o comían en el restaurante del hotel. Otros bebían cerveza en las tabernas y cantaban alegres canciones gatunas. Unos tocaban el acordeón y otros bailaban al compás. Al poseer visión nocturna, apenas necesitaban luz, pero gracias a que aquella noche la luna llena iluminaba hasta el último rincón del pueblo, el joven pudo observarlo todo desde lo alto del campanario. Cerca del amanecer, los gatos cerraron las tiendas, ultimaron sus respectivos trabajos y ocupaciones y fueron regresando a su lugar de origen atravesando el puente. Al amanecer los gatos ya se habían ido y el pueblo se había quedado desierto de nuevo, entonces el joven bajó, se metió en una cama del hotel y durmió todo cuanto quiso. Cuando le entró el hambre, se comió el pan y el pescado que habían sobrado en la cocina del hotel. Luego, cuando a su alrededor todo empezó a oscurecer, volvió a esconderse en lo alto del campanario y observó hasta el albor el compartamiento de los gatos. El tren paraba en la estación antes del mediodía y antes del atardecer. Si se subía en el de la mañana, podría continuar su viaje, y si se subía en el de la tarde, podría regresar al lugar del que procedía. Ningún pasajero se apeaba ni nadie cogía el tren en aquella estación. Y sin embargo el ferrocarril siempre se detenía cumplidamente y partía

Un minuto después. Por lo tanto, si así lo deseara, podría subirse al tren y abandonar el pueblo de los gatos en cualquier momento. Pero no quiso. Era joven, sentía una profunda curiosidad y estaba lleno de ambición y de ganas de vivir aventuras. Deseaba seguir observando aquel enigmático pueblo de los gatos. Quería saber, si era posible, desdé cuándo habían ocupado los gatos aquel pueblo, cómo funcionaba el pueblo y qué demonios hacían ahí aquellos animales. Nadie más, aparte de él, debía haber sido testigo de aquel misterioso espectáculo. A la tercera noche, se armó cierto revuelo en la plaza que había bajo elcampanario.
«¿Qué es eso ¿No os huele a humano?», soltó uno de los gatos.
«Pues ahora que lodices, últimamente tengo la impresión de que huele raro», asintió olfateando uno de ellos.
«La verdad es que yo también lo he notado», añadió otro.
«¡Qué raro! Porque no creo que haya venido ningún ser humano», comentó otro de los gatos.
«Si, tienes razón.No es posible que un ser humano haya entrado en el pueblo de los gatos».
«Pero no cabe duda de que huele a uno de ellos.»
Los gatos formaron varios grupos e inspeccionaron hasta el último rincón del pueblo, como una patrulla vecinal. Cuando se lo toman en serio, los gatos tienen un olfato excelente. No tardaron mucho en darse cuenta de que el olor procedía de lo alto delcampanario. El joven oía cómo sus blandas patas subían ágilmente por las escaleras del campanario.
«¡Esto es el fin!», pensó.
Los gatos parecían muy excitados y enfadados por el olor a humano. Tenían las uñas grandes y aguzadas y los dientes blancos y afilados. Además, aquel era un pueblo en el que los seres humanos no debían adentrarse. No sabía qué suerte le esperaría cuando lo encontraran, pero no creía que fueran a permitirle irse de allí habiendo descubierto el secreto. Tres de los gatos subieron hasta el campanario y se pusieron a olfatear.
«¡Quéextraño!», dijo uno sacudiendo sus largos bigotes. «Aunque huele a humano, no hay nadie».
«¡Sí que es raro», comentó otro. «En todo caso, aquí no hay nadie. Busquemos en otra parte».
«¡Esto es de locos!». Movieron extrañados la cabeza y se fueron. Losgatosbajaron las escaleras sin hacer ruido y se esfumaron en medio de la oscuridad nocturna. El joven soltó un suspiro de alivio; a él también le parecía de locos. Los gatos y él habían estado literalmente a un palmo dedistancia en un lugar angosto. No habría podido escapárseles. Y sin embargo, parecían no haberlo visto. El joven examinó sus manos.
«Las estoy viendo. No me he vuelto invisible. ¡Qué raro! En cualquier caso, por la mañana iré hasta la estación y me marcharé de este pueblo en el primer tren. Quedarme aquí es demasiado peligroso. La suerte no puede durar siempre».
Pero al dia siguiente, el tren de la mañana no se detuvo en la estación. Pasó delante de sus ojos sin disminuir siquiera la velocidad. Lo mismo ocurrió con el tren de la tarde. Se veía al conductor en su asiento y los rostros de los pasajeros al lado de las ventanillas. Pero el tren no dio señales de que fuera a pararse. Era como si la silueta del joven que esperaba el tren no se reflejara en los ojos de la gente. O como si fuera la estación la que no se reflejara. Cuando el tren de la tarde desapareció a lo lejos, a su alrededor se hizo un silencio absoluto, como nunca antes había sentido. Entonces, el sol empezó a ponerse. «Va siendo hora de que los gatos aparezcan.»
El joven supo que se había perdido.
«Este no es el pueblo de los gatos», se dio cuenta al fin. Aquel era el lugar en el que debía perderse. Un lugar ajeno a este mundo que habían dispuesto para él. Y elt ren jamás volvería a detenerse en aquella estación para llevarlo a su mundo de origen.

miércoles, 25 de enero de 2012

El lector impenitente

Aryel tiene cinco años, vive en Lima y, como Ronald su dueño, es un lector impenitente al que le encantan los marcapáginas con motivos gatunos.

¿Se parecen a mí?


Lecturas que perturban: de noche, sueño con atraparte


Antes de leer: ¡un buen baño!

viernes, 20 de enero de 2012

Un gato clásico

Aquiles es un siamés de gustos clásicos. En esta foto custodia una edición aniversario (Taschen) de los cuentos de los Hermanos Grimm. Su cuento preferido es por supuesto "El gato con botas", desde que, a los seis meses y después de una fea caída, tuvo sus dos patitas enyesadas durante dos meses y tomó prestado el nombre de este personaje.

miércoles, 18 de enero de 2012

Capturas de Amtommio




Amtommio, a pesar de ser un gato ommmm, no es fácil de capturar leyendo. Acá su dueña, Susana, nos envía unas fotos de celular que demuestran que ¡es un gato lectorrrrrrr!